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El Pacto de Dubai

CHP23 de septiembre de 2003

El G-7 cerró en Dubai un pacto de crecimiento para impulsar la economía y el mercado laboral. Con este pacto y más flexibilidad en los tipos de cambio se espera reducir las desigualdades en los mercados internacionales.

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Se habla sobre progreso en Dubai.Imagen: AP

Los ministros de Finanzas y presidentes de los Bancos Centrales del G-7 reunidos el fin de semana pasado en la ciudad de Dubai quieren impulsar la economía internacional a la vez que tratan de reducir los desequilibrios financieros y comerciales. Los representantes de Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Canadá y Japón coinciden al afirmar que la economía internacional empieza a salir adelante. No sólo el ministro de Finanzas alemán, Hans Eichel, también su homólogo estadounidense, John Snow, se muestran optimistas y seguros de que con el pacto logrado en Dubai se pondrá en marcha el motor económico.

¿Optimismo sin bases?

Después de que la más reciente ronda comercial internacional fracasara en el puerto mexicano de Cancún, los ministros reunidos en Dubai decidieron renovar las negociaciones sobre la liberalización del comercio mundial. Las demandas no dejan de sorprender y resultan extrañamente conocidas: apertura de los mercados para los productos de los países más pobres y reducción de las subvenciones agrícolas. ¿No fueron estas las demandas centrales también en Cancún? ¿De dónde entonces el optimismo? El ministro británico de Economía, Goerge Brown, anunció que presentarán un informe conjunto del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial dirigido directamente a los jefes de Estado y Gobierno, en el que se recalque nuevamente la relación entre el crecimiento y el combate de la pobreza. Se trata, en palabras de Brown, de una iniciativa única para volver a impulsar las negociaciones de liberalización de los mercados.

En Dubai abundaron las palabras de aliento, pero también hubo quien puso el dedo en la llaga. Si las expectativas de crecimiento no se concretan, esto podría significar un duro golpe para los mercados financieros, según advirtió el antes optimista Hans Eichel y también el presidente del Banco Central Alemán, Ernst Welteke. Oponiéndose a aquellos que en Dubai no se cansaron de afirmar que por primera vez las oportunidades aventajan a los riesgos, Welteke indica que aún es muy temprano para asegurar que ha pasado la crisis. Y el estadounidense Snow indica que Estados Unidos no puede ser el único motor del crecimiento económico mundial que se logrará sólo con la participación de otros países.

Con los pies en la tierra

La 'agenda de crecimiento' pactada en Dubai no prevé un nuevo paquete de impulso para las grandes economías del mundo, sino que se limita a alistar las medidas nacionales previstas para impulsar las economías nacionales -en el caso alemán la Agenda 2010- y pretende crear así una unión internacional más estrecha que asegure que las medidas serán puestas en marcha. El pacto prevé vigilar de cerca y con regularidad estos procesos nacionales. La idea tras el esfuerzo es que sólo con un mayor crecimiento se logrará incrementar el ingreso y crear más trabajos, el camino más efectivo para reducir la pobreza, según la declaración conjunta presentada por el G7.

Con la demanda de tipos de cambio más flexibles el G7 interviene por primera vez desde hace muchos años nuevamente en la política monetaria. La formulación se introdujo a petición de Estados Unidos que culpa a China y Japón -aun cuando ambos países no sean mencionados por nombre en la declaración- de mantener artificialmente bajos sus tipos de cambio. Los representantes del G7 aceptan con tal formulación que existen desequilibrios y que hay que superarlos paso a paso. Las correcciones según afirmaron los participantes, no deberán recaer en países aislados y los tipos de cambio que respondan a las realidades del mercado deberán introducirse de forma moderada.