España es el primer productor mundial de aceite de oliva. Antonio Basa se frota cansado los ojos. Ha pasado la noche de guardia en sus tierras. «Durante el día nos afanamos en el campo y por la noche tenemos que patrullar para que no nos roben las aceitunas; es muy frustrante». Los ladrones son cada vez más audaces y cada noche roban muchas toneladas de aceitunas. Y como cada vez hay menos aceitunas, su valor no para de aumentar. La extrema sequía ha reducido aproximadamente a la mitad las cosechas de 2022 y 2023.
José Medina, de Zafra, fue víctima de cuatro robos el año pasado. Se llevaron aceite de oliva por valor de 80.000 euros. Como la compañía de seguros se niega a pagar, José está al borde de la quiebra y le enoja que las investigaciones por los robos vayan tan lentas. José ya ha perdido la esperanza de que los autores sean llevados a juicio. Fran Camorra, de la Guardia Civil, comprende su enfado. Es miembro del departamento de policía medioambiental «Seprona» y calcula que solo hasta el diez por ciento de los robos se resuelven, a pesar de que ahora su departamento patrulla los olivares incluso con motos, drones y cámaras de imagen térmica. Pero en España, la superficie de suelo dedicada a la agricultura es inmensa, lo que dificulta su control. Antonio Basa está pensando en abandonar el cultivo de aceitunas y sus olivares. Tras dos años de sequía, ahora son los ladrones los que amenazan su medio de vida.