Vietnam, 30 años después de la guerra
30 de abril de 2005
"En la ciudad no había más que mendigos, villas miseria, callejuelas estrechas y un par de aviones", recuerda Dinh Van Tuan, que, a los 21 años de edad, entró con las tropas comunistas en Saigón.
El silencio era espeluznante la mañana de aquel día de 1975 en que los tanques de fabricación rusa penetraron en la ciudad.
Cuando Ciudad Ho Chi Minh se llamaba aún Saigón
Prácticamente no hubo resistencia. En el ínterin, las imágenes de los últimos norteamericanos que abandonaron su embajada en medio del pánico por el techo ya habían dado la vuelta al mundo.
Para el arrasado país acababa en esos momentos una guerra de tres décadas, primero contra Francia, la potencia colonial, y luego contra EEUU. En total murieron entre dos y cuatro millones de vietnamitas -las estimaciones divergen- y unos 60.000 estadounidenses.
¿Como en Occidente?
Tres décadas después, algunas calles de la ciudad que hoy lleva el nombre del líder de los guerrilleros y la revolución, Ho Chi Minh, se parecen más a las de la glamourosa Singapur que a las de un bastión del comunismo.
Las banderas rojas con la estrella amarilla provocan la extraña sensación de que están fuera de lugar. Incluso en Hanoi, la capital y corazón del país, los visitantes son recibidos delante del aeropuerto con una parafernalia de carteles publicitarios.
Las apariencias engañan
Fuera de las grandes ciudades, el panorama es muy diferente y mucho sigue como siempre durante el régimen comunista. Si bien el Gobierno ha reducido "drásticamente" la pobreza, como informa un experto del Programa de las NNUU para el Desarrollo (PNUD) un cuarto de los 80 millones de vietnamitas tiene ingresos de menos de un dólar por día.
Y muchos de quienes, gracias al auge económico de los últimos años, lograron superar el umbral de pobreza aún no se hallan a distancia segura de éste.
El país del auge
Nada menos que un 7,5% de crecimiento económico vaticina el Banco Asiático de Desarrollo (ADB) para cada uno de los próximos tres años. Un crecimiento que se nutre tanto de las crecientes exportaciones como de la demanda interna también en aumento.
Ya ahora pululan por el centro de Hanoi y Ciudad Ho Chi Minh innumerables enjambres de motociclos nuevos. La juventud viste, como podía ser de otra manera, yins y, quien se lo puede permitir, porta un celular.
De la noche a la mañana
En el 2000, de la noche a la mañana se autorizó la fundación de empresas privadas. Hoy existen, de acuerdo con estadísticas oficiales, unas 120.000 empresas con un capital total registrado de nada menos que 9000 millones de dólares.
Políticamente, sin embargo, como en China, el Partido Comunista mantiene las riendas firmes en la mano y quien se atreve a disentir puede estar seguro de que se le aplicarán sin pestañar draconianas penas.
El tiempo pasa
Para muchos vietnamitas, la guerra -plasmada para la posteridad en innumerables libros y películas- ha dejado de ser tema. Un tercio de la población vietnamita tiene hoy menos de 15 años de edad.
Pero también quienes participaron en la contienda miran sin rencor hacia atrás, a pesar de que en el país aún 500.000 personas sufren las consecuencias del "agent orange", un tóxico desfoliante arrojado por los estadounidenses por doquier desde el aire.
"La guerra terminó y debemos olvidarla", dice el hoy general Pham Xuan An (77), ex periodista de TIME en Saigón durante la guerra y, en secreto, simultáneamente espía de Hanoi. Y agrega: "La historia no se puede olvidar, pero ahora hay que mirar hacia adelante. Lo que cuenta es esforzarse por un futuro mejor y no dejarse envenenar por el pasado". De eso ya se encarga el "agent orange".